Sergio: frente a las adversidades

                         
En una vereda de plaza San Martín se encuentra Sergio, sentado en el suelo con su manta al rayo del sol, protege de este su cabeza con un sombrero de pana marrón. Su tez es oscura, su barba abultada llega hasta su pecho. A su lado una mochila de mochilero y en sus pies zapatillas deportivas. Levanta la vista y al ver un grupo de interesado en su trabajo y sorprendentemente en él los deja sentarse a su lado. Las personas pasan, el las observa y comienza la charla, un poco desconfiado.

Desorientado y dudoso a lo que acababa de acceder prefiere no dar su apellido. Detrás de ese joven de unos treinta años, se encuentran vivencias casi imposibles de pensar. Luego de preguntar que debía decir, comienza de a poco a contar su historia. “Soy de La Plata, me dedico al trabajo en metal, minerales orgánicos y no orgánico”, luego de esas palabras silencio, hasta que comprendió que debía decir algo más.



Sergio está expuesto al trabajo artesano desde muy chico. A los 14 años le enseñaron  macramé y desde allí no dejó de hacerlo. Al respecto recuerda: “todo comenzó como un juego, tejíamos con lo que encontrábamos. Ya de grande entré a una fábrica, no me gusto, el día más feliz de mi vida fue cuando me echaron”.

Orgulloso de su trabajo, cuenta que lo que más le apasiona es viajar, y que este se lo permite, “así me gano la vida, hago lo que me gusta. Al hacer lo que me gusta, ya estoy ganando todo. Tampoco tengo grandes expectativas, no quiero una Ferrari”. De pronto un hombre se acerca al grupo, interviene en la charla, al momento en el que el entrevistado habla sobre las ferias, “no me gustan las ferias, atentan contra el arte”, dice con voz ronca y fuerte Sergio. Se nota en ese tono el rencor y la bronca que tiene contra estas.

Se escuchan pasos, ruidos de autos, pero eso no impide que Sergio pueda transmitir todos sus sentimientos en su voz.  Va tomando confianza, se relaja, comienza a hablar cada vez más. La charla comenzó a orientarse hacia el día en que le levantaron su manta y lo sacaron a la fuerza. Invadido por los prejuicios que vive cada día su cara se transforma en una especie de dolor, ira y nostalgia. “Nos corrieron a todos utilizando la fuerza. Estamos muy marcados. Me sacaron el paño el 16 de abril”.

Su voz se vuelve distinta, vuelve a ese tono revolucionario que tanto siente. El tiempo pasa, el reporter sigue grabando, ya olvidó su incomodidad en su totalidad, es él en su esencia pura. Sabe que ese 16 de abril lo marcó, pero sigue adelante, de pronto recuerda su primer contacto con los minerales, fue a los cinco años, en Córdoba, “me traje un montón, con toda la plata que había juntado en una riñonera”.

Siguiendo el tema de las piedras, plantea que no cree que estas emitan energía. Lo ve más como un comercio, en su opinión espantoso, que tienen los comerciantes hacia el público, “creo que tienen energía, a partir de su belleza”.

Ya sumergiendo la charla en los temas actuales de la sociedad y la política, se acomoda su sombrerito y se prepara para dar su visión sobre estos. “Es un problema del sistema, hay un montón de conceptos que los entiendo pero no los comparto. Estamos totalmente alejados de nuestra cultura. En la dictadura si ibas a la a facultad te reventaban a palos, ahora con el paco y las drogas no podes pensar. Cambió el método pero el fin es el mismo”.

Luego de un largo rato de charla, deja sacar fotografías a sus trabajos, pero antes vuelve un poco de esa inseguridad y pregunta a donde irá toda esa información brindada. El miedo a los medios de comunicación estaba a flor de piel. El decir que los entrevistadores eran de primer año lo hizo respirar, nadie iba  sacarlo de contexto.

Fiel a sus ideales, persiguiendo sus objetivos y con ganas de poder hacer justicia, con la idea fija de no pisar una feria por la falta de respeto que esta le tienen a los trabajos del artesano y con una mala mirada cuando lo llaman mantero, Sergio se acomoda, despide al reducido grupo que por unas horas fueron sus escuchas y se prepara para una larga y calurosa tarde junto a sus artesanías, esperando alguna aventura más de tantas ya vividas.

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