PERFIL - Bárbara Benítez
En una vereda de plaza San Martín se encuentra Sergio,
sentado en el suelo con su manta al rayo del sol, protege de este su cabeza con
un sombrero de pana marrón. Su tez es oscura, su barba abultada llega hasta su
pecho. A su lado una mochila de mochilero y en sus pies zapatillas deportivas.
Levanta la vista y al ver un grupo de interesado en su trabajo y
sorprendentemente en él los deja sentarse a su lado. Las personas pasan, el las
observa y comienza la charla, un poco desconfiado.
Desorientado y dudoso a lo que acababa de acceder prefiere
no dar su apellido. Detrás de ese joven de unos treinta años, se encuentran
vivencias casi imposibles de pensar. Luego de preguntar que debía decir,
comienza de a poco a contar su historia. “Soy
de La Plata , me
dedico al trabajo en metal, minerales orgánicos y no orgánico”, luego de
esas palabras silencio, hasta que comprendió que debía decir algo más.
Sergio está expuesto al trabajo artesano desde muy chico.
A los 14 años le enseñaron macramé y
desde allí no dejó de hacerlo. Al respecto recuerda: “todo comenzó como un juego, tejíamos con lo que encontrábamos. Ya de
grande entré a una fábrica, no me gusto, el día más feliz de mi vida fue cuando
me echaron”.
Orgulloso de su trabajo, cuenta que lo que más le
apasiona es viajar, y que este se lo permite, “así me gano la vida, hago lo que me gusta. Al hacer lo que me gusta,
ya estoy ganando todo. Tampoco tengo grandes expectativas, no quiero una
Ferrari”. De pronto un hombre se acerca al grupo, interviene en la charla,
al momento en el que el entrevistado habla sobre las ferias, “no me gustan las ferias, atentan contra el
arte”, dice con voz ronca y fuerte Sergio. Se nota en ese tono el rencor y la bronca que tiene
contra estas.
Se escuchan pasos, ruidos de autos, pero eso no impide
que Sergio pueda transmitir todos sus sentimientos en su voz. Va tomando confianza, se relaja, comienza a
hablar cada vez más. La charla comenzó a orientarse hacia el día en que le
levantaron su manta y lo sacaron a la fuerza. Invadido por los prejuicios que
vive cada día su cara se transforma en una especie de dolor, ira y nostalgia. “Nos corrieron a todos utilizando la fuerza.
Estamos muy marcados. Me sacaron el paño el 16 de abril”.
Su voz se vuelve distinta, vuelve a ese tono
revolucionario que tanto siente. El tiempo pasa, el reporter sigue grabando, ya
olvidó su incomodidad en su totalidad, es él en su esencia pura. Sabe que ese
16 de abril lo marcó, pero sigue adelante, de pronto recuerda su primer
contacto con los minerales, fue a los cinco años, en Córdoba, “me traje un montón, con toda la plata que
había juntado en una riñonera”.
Siguiendo el tema de las piedras, plantea que no cree que
estas emitan energía. Lo ve más como un comercio, en su opinión espantoso, que
tienen los comerciantes hacia el público, “creo
que tienen energía, a partir de su belleza”.
Ya sumergiendo la charla en los temas actuales de la
sociedad y la política, se acomoda su sombrerito y se prepara para dar su
visión sobre estos. “Es un problema del
sistema, hay un montón de conceptos que los entiendo pero no los comparto.
Estamos totalmente alejados de nuestra cultura. En la dictadura si ibas a la a
facultad te reventaban a palos, ahora con el paco y las drogas no podes pensar.
Cambió el método pero el fin es el mismo”.
Luego de un largo rato de charla, deja sacar fotografías
a sus trabajos, pero antes vuelve un poco de esa inseguridad y pregunta a donde
irá toda esa información brindada. El miedo a los medios de comunicación estaba
a flor de piel. El decir que los entrevistadores eran de primer año lo hizo
respirar, nadie iba sacarlo de contexto.
Fiel a sus ideales, persiguiendo sus objetivos y con
ganas de poder hacer justicia, con la idea fija de no pisar una feria por la
falta de respeto que esta le tienen a los trabajos del artesano y con una mala
mirada cuando lo llaman mantero, Sergio se acomoda, despide al reducido grupo
que por unas horas fueron sus escuchas y se prepara para una larga y calurosa
tarde junto a sus artesanías, esperando alguna aventura más de tantas ya vividas.

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